En Silver Rider Prodaktions estamos preparando un manual de aventura en vehículo para aprovechar todo lo que Miquel Silvestre aprendió en estos 8 años de experiencia viajera. Nadie se lo enseñó, adquirió experiencia a ciegas a lo largo de 100 países. Hasta ahora ha escrito centenares de reportajes, publicado cinco libros de viajes (uno de los cuales ya está en nuestro catálogo: Un millón de piedras) y hemos hecho una serie de televisión, pero nunca se había atrevido con un manual técnico, con consejos y enseñanzas prácticas.
En Silver Rider creemos que ninguna praxis se puede aprender si no se entiende la esencia, el fundamento de aquella ciencia que tratamos de conocer y aplicar. La ciencia del viaje no depende tanto de si las maletas son de aluminio, plástico o textiles, sino de lo que llevamos en el alma para afrontar la prueba que supone el viaje. Por eso este manual no se ha escrito antes, porque además de trucos, contiene una reflexión profunda sobre los motivos y preocupaciones del viajero. Como la utilidad de su herramienta de supervivencia más importante: el miedo.
Esto es el avance de lo que podréis leer en el capítulo dedicado al miedo.
EL MIEDO, MODO DE EMPLEO
Una regla básica del aventurero. Viajamos para divertiros y si algo no nos apetece, no lo hagamos. Si alguien no os cae bien, alejaos. Si un sitio no os gusta, marchaos. Pero hacedlo porque no os apetece, no porque tengáis miedo. El miedo es vuestra mejor herramienta, no abuséis de ella que se os puede desafinar. El miedo es un requisito básico del instinto de supervivencia, os alertará del peligro, os protegerá. Un animal sin miedo es un animal muerto. Los actos temerarios llevan al hospital o al cementerio. Muy diferente es el pánico. El pánico es una patología del miedo, es su inflamación febril. Quien entra en pánico también va al hospital o al cementerio. Un animal con pánico se paraliza o corre sin sentido. Demos la bienvenida a nuestro miedo, pero nunca dejemos que se convierta en pánico.
El miedo siempre lo tengo cuando comienzo un viaje, en la tarea de planificación, mientras estoy todavía dentro de la zona de confort. Me da miedo lo desconocido, como a cualquiera. Sin miedo se cometen errores por temeridad. Pero he aprendido a que el miedo no se convierta en pánico y me impida hacer lo que deseo hacer. Porque ahora tengo la experiencia para saber que a pesar de sentir miedo antes de salir de casa, una vez en marcha, cuando estoy de viaje, cuando estoy en otro país, en África, en Asia, en una selva, una ciudad o un desierto, el miedo a los abstracto desaparece porque estoy actuando, viviendo deprisa y sin tiempo para temores inconcretos.
En lugar de un vago temor a lo desconocido lo que aparece es solo la reacción instintiva y rápida a las amenazas concretas, a ese camión que viene hacia ti, a ese par de tipos que no tienen buena actitud, a la tormenta que se aproxima, a que necesitas un lugar donde dormir… vas tomando decisiones continuamente, muchas decisiones espontáneas y seguidas de las que depende tu vida y eso hace que no puedas pensar en tonterías como el miedo vago y sin un motivo claro.